La cultura olmeca fue la primera civilización compleja en Mesoamérica, floreciendo entre aproximadamente 1 500–1 200 a. C. y 400 a. C. Su territorio principal, conocido como el “Olmec Heartland”, se encuentra en las planicies bajas tropicales del Golfo de México, en lo que hoy son los estados mexicanos de Veracruz (oriental) y Tabasco (occidental). Este ambiente húmedo, con humedales, planicies aluviales y la presencia de ríos como Coatzacoalcos y Grijalva, fue clave para el desarrollo agrícola, el transporte y las conexiones culturales. Este texto presenta la geografía física y humana del corazón olmeca, los principales centros urbanos, su entorno natural, y cómo esta ubicación favoreció su influencia.
El Olmec Heartland abarca la región costera y baja entre la Sierra de los Tuxtlas y la costa del Golfo de México, extendiéndose hasta unos 80 km hacia el interior desde la línea costera. Las áreas se caracterizan por suelos aluviales, manglares y canales fluviales, condiciones óptimas para una agricultura intensiva y una población concentrada.
Este territorio se ubica en la planicie baja tropical, con clima cálido/húmedo y lluvias frecuentes. La cercanía de los volcanes Tuxtla, como Cerro Cintepec, proporcionó fuentes de basalto esenciales para la talla de las famosas cabezas colosales olmecas, además de otras esculturas monumentales.
Según Diehl (2004), esta región fue denominada Olman por los olmecas mismos y conformó el espacio donde emergió su organización sociopolítica y religiosa. Trabajos recientes confirman que su densidad demográfica era mayor que en áreas circundantes gracias a la combinación de agricultura, pesca y transporte fluvial.
destacó por sus sistemas de drenaje, plazas, residencias elites y hasta 10 cabezas colosales de hasta 3 m de altura (~28 toneladas), todas provenientes de rocas volcánicas de los Tuxtlas. Su dominio sobre humedales y redes fluviales lo convirtieron en un centro logístico y ceremonial crucial.
Después del declive de San Lorenzo hacia 900 a. C., La Venta, en Tabasco, se transformó en el nuevo foco de poder; su apogeo duró hasta cerca de 400 a. C. Situada a unos 10–15 km del Golfo, en la planicie deltaica del río Grijalva, se construyó sobre suelos escasamente rocosos, utilizando arcilla, tierra y basalto importado para monumentos, pirámides y plazas ceremoniales. Contaba con una pirámide de tierra de 34 m de altura y un complejo ceremonial (Complejo A) con mosaicos serpentina, bloques de jade y espejos de hematita —reflejo del control político y religioso de una élite bien organizada de unos 18 000 habitantes estimados.
En Veracruz, sobre la planicie del río Papaloapan, surgió Tres Zapotes, que mantuvo una ocupación cultural incluso después del colapso de La Venta, influyendo hasta la transición al período epi-olmeca (hasta ca. 900 d. C.). Aunque tuvo menos monumentalidad que los anteriores, es uno de los tres "centros mayores" del corazón olmeca, testigo de continuidad cultural prolongada.
Ubicado en las colinas al sur de los Tuxtlas (Veracruz), recientemente excavado, se considera uno de los cuatro grandes centros olmecas, aunque reciente investigación cuestiona su peso central. Se observa arquitectura con montículos paralelos y plazas, ocupaciones mixtas entre el Formativo y el Clásico (hasta 900 d. C.), pero su rol fue menor que San Lorenzo o La Venta.
cenote cercano a San Lorenzo, usado entre 1600 y 1200 a. C. para rituales; se hallaron ofrendas de madera, pelotas de caucho y restos humanos.
a pocos kilómetros de La Venta, con residencias élite, inscripciones tempranas y escritura proto gráfica (alrededor de 650 a. C.).
en el límite sur del complejo de San Lorenzo, hallado por edificios rituales y arte escultórico.
La localización ofrecía ventajas estratégicas:
Suelos aluviales ricos, ideales para cultivos como maíz, frijol y calabaza, más pesca y acuicultura en ríos y canales: alimentación segura y excedentes agrícolas que sostuvieron concentración urbana y élites.
Red hidrográfica conectiva: los ríos Coatzacoalcos y Grijalva permitieron transporte fluvial, comercio y comunicación entre centros; útiles también para mover bloques monumentales desde los Tuxtlas.
Recursos naturales: basalto volcánico para esculturas y monumentos, y acceso a jade, obsidiana (importada desde Guatemala y Puebla), con redes de intercambio a gran escala.
Entorno boscoso y húmedo que permitió biodiversidad y suministro de fauna y flora, incluyendo madera, animales, frutos, caucho, etc., integrando una economía diversificada.
Todo esto dio lugar a una centralización relativa del poder ritual y político en los centros mayores (San Lorenzo y La Venta), aunque estudios recientes muestran que su control territorial no fue absoluto; comunidades periféricas como Los Tuxtlas mantenían cierta autonomía.
Aunque su núcleo estaba en Veracruz-Tabasco, el estilo olmeca se difundió por gran parte de Mesoamérica: zonas de Guerrero, Oaxaca, Morelos, Puebla, incluso Guatemala.
Algunos centros (como Tlatilco, Chalcatzingo, Teopantecuanitlan, Takalik Abaj) muestran iconografía olmeca o adopción del estilo monumental —en muchos casos por imitación o comercio más que por presencia política directa. La interpretación dominante es que elites regionales adoptaron elementos simbólicos olmecas (cabezas, jaguares, motivos ceremoniales) para legitimar su propio poder.